Las carreteras son una pieza fundamental para que la movilidad sea cada vez más sostenible. En el futuro, las carreteras sostenibles, van a abandonar su papel pasivo como simple estructura del tráfico para convertirse en un elemento inteligente, capaz de interactuar con el entorno, reducir las emisiones, generar energía o, incluso, ocuparse de sí misma en cuanto a mantenimiento.

Normalmente relacionamos la sostenibilidad con el entorno urbano, y esto es un error. La movilidad interurbana ocupa un papel fundamental en la lucha contra la contaminación y el cambio climático, ya que recoge millones de desplazamientos cada día.

Entre los ODS o objetivos de desarrollo sostenible, proponen modernizar las infraestructuras, emplear recursos más eficientes y adoptar nuevas tecnologías y procesos mucho más limpios en ellas.

Bienvenidos los nuevos materiales

La revolución del asfalto ha comenzado y la protagonizan diferentes materiales. Es muy importante saber  que los proyectos que se están desarrollando no se limiten a las futuras vías, sino que deben aplicarse, también, en los pavimentos que ya existen.

¿Sabías que la mayoría de las carreteras del mundo están hechas de asfalto cuyo componente principal es el betún?

Cada año, se producen más de 11.000 millones de toneladas de este producto en Europa, de las cuales el 90% se emplean en la construcción de carreteras.

Se está estudiando un tipo de microalga que, tras pasar por un proceso químico, presenta una textura muy similar y, además, repele el agua. Esta sería una solución para construir bioasfaltos.

Otra alternativa en la que están centrados varios grupos de investigación es la lignina, un polímero que se encuentra en la corteza de los árboles y que impide la entrada de agua en el cuerpo de la célula.

Elementos inteligentes

La tecnología tiene un papel fundamental en hacer las carreteras más inteligentes y, a la vez, eficientes y sostenibles con el medio ambiente.

Ya no hablamos de meras infraestructuras físicas que se limita a unir dos puntos, sino de autopistas de la información, capaces de comunicar datos y mensajes a conductores y vehículos.

Cruces y farolas dotadas de inteligencia, señales de tráfico inalámbricas que proporcionan información a los conductores, pinturas fotosensibles que iluminan la vía durante la noche.

La movilidad se dirige, en definitiva, hacia una mayor automatización y un aumento de la conectividad.

Todo por la energía en las carreteras sostenibles

Las carreteras sostenibles deben proveer a los vehículos de energías limpias. Especialmente, de electricidad, ya que las previsiones apuntan a que esta será la que mueva los vehículos en las próximas décadas.

Y pueden hacerlo de dos formas: instalando espacios en los que los vehículos puedan recargar sus baterías o pilas, como electrolineras o hidrogeneras; o generando ellas mismas su propia energía.

Para que esto último pueda ocurrir se estudian diferentes opciones, entre las que está la instalación de paneles solares integrados en el firme. Otra posibilidad que se está investigando pasa por emplear turbinas que aprovechen el aire provocado por el propio movimiento de los vehículos para generar electricidad.

Respeto por el entorno

Estas carreteras sostenibles pueden ser responsables de interferir en el medio ambiente, liberar contaminación química y sonora, potenciar la deforestación o aumentar la mortalidad entre los animales que viven a su alrededor, entre otros.

Por eso, una carretera sostenible debe poner freno a todos estos problemas que pueden aparecer, integrarse dentro del ambiente por donde se instala evitar al máximo el impacto en el paisaje.

Así serán las carreteras del futuro, un futuro donde el epicentro será la sostenibilidad.